Textos no publicados


jueves, 13 de marzo de 2014

Oracular



Ella me miró con ojos ausentes, y escuchó con sus oídos muertos el crujir de las cucarachas bajo mi pie.

Jairo conduce su auto mientras Jorge devora el gusano extraído de la botella de mezcal. El reflejo de las luces del mueble mezcla la pintura que indica los carriles con el pavimento y yo, concentrado en las figuras que dibuja el humo de mi cigarrillo, recargo la frente en el cristal de una de las puertas traseras. La música ha dejado de emocionarme y se me apetece mustia, como la sensación de boca pastosa que viene tras una excitación desmedida. Damos vuelta para adentrarnos en un camino de tierra que guía a pueblos solitarios. La iluminación fluorescente y azulada del vehículo me sugiere que estoy muerto y cenizas caen sobre mi pierna. Un bache sacude el automóvil y la agitación irrita mi nuca como un cuchillo atravesando los huesos de mi cuello. Jorge ríe y Jairo acelera de la misma manera que hacen los aviones al despegar. Y yo siento que lo hacemos, que los árboles junto a los que pasamos tratan de acariciarnos y que las aves murmullan mentiras sobre nosotros.
Las voces de la radio susurran con malicia y los rostros de mis compañeros se deforman sutilmente en demonios dantescos. Nos detenemos en un claro para observar el cielo, que se compadece y deja ver a su hija Venus acompañada de Andrómeda. Un gorrión se detiene sobre mi hombro y me confiesa húmedamente <<Hay caníbales entre nosotros>>.

Escucho el motor del automóvil alejándose, y sabiendo que será inútil, desisto de perseguirlo. Se va cubriéndome de vacío. La luna cae muerta y una orfandad apabullante termina de hundir la navaja sobre mí. La existencia padece un cambio en su composición.
Avanzo, pisando las ramas que se compactan debajo de mis botas y el ruido proveniente de un incierto festival me atrae hacia sí.
Sangre, reyes y payasos bailan sobre las cenizas de la luna, cuyo matiz coincide con las de mi pantalón. Sus miradas recorren mi cuerpo y las siento como un hormigueo sobre mis antebrazos. Un arlequín me toma de la mano y aspiro su aliento amenazante mientras me guía hacia la celebración.
La agitación remueve el cadáver cremado del satélite y debajo de éste comienza a apreciarse una fémina cuya mirada, como la de un fantasma, derrite mi percepción, hundiéndola en el sopor. Ella se encuentra sobre un símbolo dibujado con insectos, cuyo reflejo resalta su garganta y sus labios carmesí.
Una lengua, tibia y húmeda acaricia mis tobillos, que se hunden en las cucarachas mientras camino hacia ella, poseso en plenitud.  Estira su mano hacia mí, congelando cualquier intención mía de moverme. Su cara no es la de un amigo, sino un rostro con ojos color negro hematoma y la boca invertida. Intento gritar pero no puedo, mis sentidos se han desconectado hacia el exterior.
La diaforesis lubrica el roce de mi cuerpo con el de ella, que arranca las salientes de mi pecho. De las heridas sale sangre que se mezcla con mi sudor y Venus comienza a llorar. <<Arrancar los ojos del cielo>>  me dice un cuervo que se eleva hacia Andrómeda, y tras lograr su cometido los frota y coloca en las fisuras de mi piel.
El bosque se concentra alrededor mío y de mi musa, que fuma las uñas y cabellos de hombres doctos. Nos preguntamos el significado de la libertad y entonces las mariposas gritan <<fatalismo>>. La cabeza de Jairo se quema en una fogata alimentada por el gusano que sale de la boca de Jorge.

<< Los asesinos de la emancipación quemarán cualquier rastro de la realidad antes de huir de sus prisiones>>

Su cadáver se convulsiona al intentar respirar. Una cuerda delgada revienta dentro de mi cabeza y el cielo toma su venganza devorádome de manera súbita.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario